Los adultos superdotados comparten una característica realmente asombrosa y, sin embargo, muy oculta: una parte infantil muy presente, y lista para activarse a la mínima provocación. Se encuentra escondida en el fondo de la «persona mayor», pero está completamente viva.

La parte infantil es lo que queda de la magia de la infancia: los sueños, la creatividad, la certeza de que todo es posible y, sobre todo, la capacidad de maravillarse. La capacidad de sumergirse en una alegría profunda por una simple nadería, pero también la de sentirse abrumado por una pequeña injusticia, por el más mínimo sufrimiento: un animal herido, un anciano al que le cuesta levantarse, el niño que se cae cuando estaba tan orgulloso de dar sus primeros pasos, etc.

Decirle a alguien que se comporta de una manera infantil es una crítica en ocasiones violenta y acerba por parte de los adultos anclados en certezas tranquilizadoras y que se esfuerzan en adoptar solo comportamientos sociales comúnmente aceptables.

Jeanne Siaud-Facchin

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