Amor chatarra

la McDonalización del sexo y el impotente amoroso

Los cuerpos se consumen. Se usan, se desechan y se buscan otros. Como si fuera una playera de marca que se pasa de temporada.
En su libro La McDonalización de la sociedad (1995), George Ritzer acuñó el término McDonalización para referirse al modelo de comportamiento social de la época, que había asumido como pauta de actuación las características típicas de un restaurante de comida rápida.
Ya hemos llegado a la McDonalización del sexo. Sexo rápido, de consumo fácil, de usar y tirar. ''Personas kleenex''.
El sexo es un producto de consumo más, determinado por las dinámicas características de la sociedad de consumo. Su función principal sería la satisfacción inmediata de nuestros deseos a través del amor recibido del otro.
De esta forma, el prototipo de individuo de la sociedad consumista es para Zygmund Bauman el
“impotente amoroso”.
El impotente amoroso es na persona cuya falta de conciencia y desarrollo personal en lo que respecta al amor se adaptaría al mismo estilo de vida que la sociedad le impone.
El impotente amoroso es potente sexualmente, pero no afectivamente.
Esta falta de desarrollo afectivo constituiría un bloqueo artificial de nuestras capacidades para el cuidado, la empatía o la gestión de nuestras emociones y relaciones personales. Por eso el sociólogo la concibe como una “incapacidad aprendida” que surgiría de forma coherente con la filosofía de la rapidez y la superficialidad.
Es decir, uno no nace aprendiendo a desligar los sentimientos de las relaciones humanas, sino que aprende a hacerlo.
La orientación individualista del sexo, sustentada en el deseo de alcanzar un interés personal, somete al impotente amoroso a una necesidad constante de validación. El impotente amoroso debe recibir constantemente señales de que aún es un producto valorado en el mercado del amor y el sexo.
El impotente amoroso es como una marca de ropa, que arrasa hoy, pero puede dejar de venderse mañana. Porque el consumismo ha  trasladado la inseguridad y la incertidumbre al ámbito afectivo.
Consecuentemente, el modelo  que surge como característico de la sociedad consumista es el que representa un vínculo inestable, frágil un vínculo cuya capacidad para proporcionar satisfacción está más determinado por el azar que a su voluntad.
Un lazo endeble cuya temporalidad viene impuesta por la misma lógica consumista, que hace perder valor al producto consumido.  Cuando se consume, se pasa de moda, y se debe sustituir. ''Pinches consumistas''.

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