Ensayo Consecuencias sociales y culturales de un fenómeno natural Llamarada de Carrington

Ensayo
Consecuencias sociales y culturales de un fenómeno natural
Llamarada de Carrington
Víctor Hugo López Ramírez
Enero miércoles 20 del 2016 Módulo “3”
            Objetivo
Concientizar a la población sobre las consecuencias de una tormenta electromagnética, “llamarada solar” conocida científicamente como llamarada de Carrington. Las grandes tormentas pueden tener consecuencias devastadoras en las ciudades y su población, pero deberíamos preocuparnos más por otro tipo de fenómeno: si la Tierra fuese golpeada por una gran tormenta solar, la tecnología quedaría totalmente inutilizada, con las fatales consecuencias que eso conlleva.
Si la Llamarada de Carrington no tuvo consecuencias brutales fue debido a que nuestra civilización tecnológica todavía estaba en sus inicios: si se diese hoy los satélites artificiales dejarían de funcionar, las comunicaciones de radio se interrumpirían y los apagones eléctricos tendrían proporciones continentales y los servicios quedarían interrumpidos durante semanas. Según los registros obtenidos de las muestras de hielo una llamarada solar de esta magnitud no se ha producido en los últimos 500 años, aunque se producen tormentas solares relativamente fuertes cada cincuenta años, la última el 13 de noviembre de 1960 (55 años).
Causas
Se habla de la “llamarada” de Carrington debido a bocetos que este científico hacía de un grupo de manchas solares el jueves primero de septiembre de 1859, debido a la dimensión de las regiones oscuras en el sol, cuando a las 11:18, se dio cuenta de un intenso estallido de luz blanca que parecía salir de dos puntos del grupo de manchas. Diecisiete horas más tarde una segunda oleada de auroras boreales convirtió la noche en día en toda Norte América hasta Panamá. Algunos ejemplos ilustran la magnitud de este hecho: se podía leer el periódico bajo la luz entre roja y verdosa de las auroras, mientras que los mineros de oro de las Montañas Rocosas se levantaron y merendaron de madrugada, creían que el Sol salía detrás de una cortina de nubes. En esa época había muy pocos aparatos eléctricos, pero los pocos que había dejaron de funcionar, los sistemas telegráficos dejaron de funcionar en Europa y Norte América.
La gran tormenta de 1859 fue precedida de la aparición, en el Sol, de un grupo numeroso de manchas solares cercanas al ecuador solar, casi en el momento de máxima actividad del ciclo solar, de una magnitud tan grande que se podían ver a simple vista, con una protección adecuada. En el momento de la eyección de masa coronal el grupo de manchas estaba frente a la Tierra, aunque no parece que sea necesaria tanta puntería, cuando la materia coronal llega a la órbita terrestre abarca una extensión de 50 millones de kilómetrosmiles de veces la dimensión de la Tierra.
La intensa llamarada de 1859 liberó dos eyecciones de materia coronal: la primera tardó entre 40 y 60 horas para llegar a la Tierra (tiempo habitual) mientras la segunda, liberada por el Sol antes de que se llenase el vacío dejado por la primera, solamente tardó unas 17 horas para llegar a la Tierra. La primera eyección iba acompañada de un intenso magnético helicoidal, (Forma espiral) según los datos de los magnetómetros de la época.
Implicaciones en la vida de la comunidad
Esta primera etapa quedó registrada en los magnetómetros de superficie como un inicio brusco de actividad. Al principio apuntaba al norte, pero después de 15 h en lugar de reforzar el campo terrestre se oponía al campo mencionado. Esta oposición liberó gran cantidad de energía, que comenzó a interrumpir las comunicaciones telegráficas y formar auroras boreales, hasta pasados uno o dos días, en que, una vez que el plasma pasó más allá de la Tierra, dejó que el campo magnético de la Tierra volviese a la normalidad.
La llamarada de Carrington del primero de septiembre debió tener temperaturas de 50 mega kelvin, por lo que es probable que no sólo emitiera radiación visible, sino también radiación gamma y rayos X (La llamarada solar más brillante). La radiación solar tarda unos ocho minutos y medio en llegar a la Tierra y si hubiera habido aparatos de radio y de onda corta en ese tiempo hubieran quedado inutilizados. La energía de los rayos X calentaron la atmósfera alta de la Tierra, lo que produjo su expansión entre decenas y cientos de kilómetros. Una segunda ráfaga de viento solar apuntaba hacia el sur, con lo que el caos geomagnético no tardó en manifestarse: la magnetosfera terrestre que suele estar a unos 60 000 km de la Tierra fue comprimida hasta llegar a unos 7000, hasta alcanzar, quizá, la estratosfera lo que propició las auroras boreales observadas.
 Mientras las auroras se extendían desde las latitudes altas, que les son propias, hasta otras más bajas, las corrientes eléctricas de la ionosfera y de las mismas auroras indujeron corrientes intensas a través de los continentes, y entraron en los circuitos de telégrafo  llegando a quemar estaciones y produciendo múltiples electrocuciones.
La llamarada solar y la fuerte eyección de materia hizo que varias partículas entraran, en el ártico, hasta unos 50 kilómetros de la superficie terrestre y que depositaran una cantidad extra de energía en la ionosfera lo que desencadenó  una reducción de la capa ozono estratosférico de un 5 %, y tardó cuatro años o más para recuperar lo que se había perdido, esto tuvo consecuencias graves para la salud, varios tipos de cáncer, leucemia, afecciones cardiovasculares y del sistema nervioso, (daña la compleja relación que existe entre los campos magnéticos y el cerebro humano) existen componentes biológicos que son partículas de magnetita rodeadas de una membrana biológica, la cual permite la interacción con las neuronas. La existencia de los magnetosomas en los animales permite, a modo de brújula, orientarse a seres como las aves migratorias, ballenas, delfines y tortugas marinas. Y, de hecho, se ha demostrado que la perturbación electro-magnética es causa de algunos episodios de desorientación y muerte en dichos animales.
            Conclusiones
Una tormenta solar de esta magnitud tendría graves consecuencias para la civilización actual. Los rayos cósmicos erosionan los paneles solares de los satélites artificiales y reducen su capacidad para  generar  electricidad. Muchos satélites de comunicaciones, por ejemplo la  ANIK E1 y la E2  en  1994  y  Telstar 401 de 1997  han resultado dañados por este motivo.
Los satélites artificiales han sido diseñados específicamente para evitar las calamidades del clima espacial, pero las redes eléctricas son incluso más frágiles. Los grandes transformadores están conectados a tierra y, por tanto, son susceptibles de ser dañados por las corrientes continuas inducidas aunque los transformadores evitasen la destrucción de los núcleos magnéticos se podrían cargar durante la mitad del ciclo de corriente alterna, lo que distorsionaría la forma de las ondas de 50 o 60 Hertz haciendo imposible el tránsito de información que resultaría en un escenario apocalíptico en nuestros días (No energía eléctrica, No Teléfonos fijos, No celular, No Casa de bolsa, No operaciones bancarias, No cajeros automáticos, No aeropuertos, No televisión, No radio, No Facebook, No Twiter, No Whatsapp, etc.) se imaginan?.
En 1859 se cumplió 15 años de la invención del telégrafo, la infraestructura eléctrica iniciaba en los países desarrollados, y prácticamente no existía en el resto del mundo. La tormenta solar de 1994 causó errores en dos satélites de comunicaciones, afectando a los periódicos, las redes de televisión y el servicio de radio en Canadá. Otras tormentas han afectado sistemas desde servicios móviles y señales de TV hasta sistemas GPS y redes de electricidad. En marzo de 1989, una tormenta solar mucho menos intensa que la perfecta tormenta espacial de 1859, provocó que la planta hidroeléctrica de Quebec (Canadá) se detuviera durante más de nueve horas; los daños y la pérdida de ingresos resultante se estiman en miles de millones de dólares y la debacle total de la civilización como actualmente la conocemos, un fenómeno natural de esta índole ,nos transportaría de nuevo a una edad de piedra , de anarquía y revoluciones en todo el planeta, generando la destrucción completa de nuestra civilización
La meteorología espacial, que es el resultado de los rayos X y de partículas de alta energía del Sol que interactúan de manera compleja con la Tierra, atmósfera y campo magnético, a menudo afectan a los modernos sistemas tecnológicos negativamente (por ejemplo, satélites, la red eléctrica, la radio), causando pérdidas económicas y sociales en las latitudes altas de la Tierra, como el norte de Estados Unidos, Canadá, Escandinavia y Rusia, que están en particular riesgo porque los campos magnéticos convergen en estas regiones.
Referencias
  1.  "Bracing the Satellite Infrastructure for a Solar Superstorm".
  2.  "The Great Storm: Solar Tempest of 1859 Revealed".
Bibliografía
  • Cliver, E. W. (2006) «The 1859 space weather event: Then and now». Advances in Space Research38(2): 119–129
  • Sten F. Odewald; James L. Green — Scientific American, agosto 2008 — p. 80 — "Bracing for a Solar Superstorm"
  • Sten F. Odewald; James L. Green — Investigación y Ciencia, octubre 2006 — p. 58 — Prensa Científica, S. A. — Muntaner, 339 pral 1.ª 08021 Barcelona (Edición española de Scientific American)
  • The 23RD Cycle: Learning to Live with a Stormy Star — Sten Odenwald — Columbia University Press, 2001. (en inglés)
  • The Great Historical Geomagnetic Storm of 1859: A Modern Look — Dirigit per M. Shea i C. Robert Clauer a Advances in Space Research, vol. 38, nº 2, p. 117-118; 2006. (en inglés)

Comentarios

Entradas populares